Chocolate
I
"Según recientes estudios de varias universidades americanas, al comer chocolate sentimos lo mismo que cuando nos enamoramos..."
Marcos sorbió muy rápido la sopa, con los ojos el doble de abiertos de lo normal:
- ¿Eso es verdad, mamá?
Si Marcos hubiera sabido leer mentes, habría oído un sarcástico "Sí, uno te da caries y el otro...". Pero como no, sólo vio una mueca.
- Venga, que se te enfría la sopa.
II
Más tarde, en su cuarto, cogió la calculadora y empezó a hacer cuentas. Si la tele no mentía, podría ahorrarse muchas pagas. Toda su fortuna, que siempre desaparecía después del cole en la panadería de la esquina, podría ser utilizada en cosas más guays. Como comprarse ese álbum de cromos del que todos hablaban.
Lo decidió. Tenía que ponerse manos a la obra y encontrar alguien de quien enamorarse.
III
En el portal se encontró con la sobrina de la del tercero derecha. Todas las tardes se sentaba allí a esperar a sus amigas. Mascaba chicle con la boca abierta y tenía predilección por las faldas de flores de colores. Sólo era un par de años mayor que él y pensó que los ojos azules se convertían en un punto a su favor, le daban un toque distinguido. Se dijo que podía intentarlo.
IV
- ¿Te has enamorado alguna vez?
Ella se rio escandalosamente y le miró con desprecio.
- Pues claro, montones de veces.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Porque he besado a montones de chicos - replicó, poniendo los ojos en blanco.
Marcos iba poniéndose rojo sólo de pensar en lo próximo que diría, pero el álbum de cromos le dio ánimos.
- Entonces, si tú y yo nos besamos, ¿nos enamoraríamos?
Le miró de arriba a abajo.
- Psst... pero tendrías que regalarme algo bonito. Todos lo hacen.
- ¿Algo bonito?
- Un collar, una pulsera... ¿tan tonto eres?
V
Encontró un collar de cuentas blancas enormes y brillantes en el joyero de su madre.
"Supongo que esto servirá", pensó.
VI
A ella se le hizo la boca una O cuando lo vio.
- ¡Vaya! ¿De dónde lo has sacado?
Marcos negó con la cabeza.
- Bueno, vale, acércate.
Le rozó los labios. Los de ella estaban tan fríos que dolían y le hizo estremecerse en el peor de los sentidos. Pensó que hasta los besos de la abuela eran mejores.
VII
Volvió a subir a casa, sacó las últimas monedas que le quedaban en el cerdito y se fue derecho a la panadería.
Se repetía una y otra vez: "Mejor el chocolate, mucho mejor..."
8 comentarios:
Donde vamos a ir a parar pues? jajajajajajaj
Un cuento encantador de veras. la inocencia del niño me parece encantadora si señor
:)
Muchas gracias
Y muchos besos
JEJejeje...
Tal vez si tuviera la boca de fresa, seguiria ahorrando pasta..para el album :P.... pero para eso ai que ser princesa :P verdad??
bikos NENitA
que bueno... me ha encantado... pero creo que el chocolate no nos hace sentir igual no?
Encantado de volverte a encontrar... bueno, me encontraste tu a mi....
Besos
Y al final, la niña se queda el collar. Las más listas, siempre. xD
Jo, qué mal, qué lista la niña.
Y qué feliz se es siendo niño. :P
Jajajajaja
Me ha encantado :D yo estaba a dieta, no es broma, pero me temo que pronto necesitaré el sustitutivo ;)
Un besito :)
Hola! Te he descubierto por casualidad, y esta primera entrada me ha encantado. El niño no hubiera vuelto a probar el chocolate, si esos labios de la niña hubieran sido de deseo en lugar de frialdad. Que rico besar una dulce boca con sabor a chocolate!
Me volvere a pasar, un besito, muac!
Buenísimo cuento, sobre la ignorancia de los niños, y lo lista que es la niña
Dos años es mucho en esas edades, y marca una gran diferencia
Cuando este preparado, el chocolate ya le parecerá poco, si poco poco. Besos
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